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Yo decido, también tengo derecho.

Cuando las personas nos encontramos en situaciones difíciles es cuando se ve la verdadera forma de ser de cada una de nosotros, es cuando nos damos cuenta de como somos en realidad unos y otros, es cuando muchas caretas se caen y nos damos cuenta de con quién nos estamos jugando los cuartos, como se dice vulgarmente. En la situación actual de España, en la que sería más necesaria la unión y la solidaridad entre todos, es cuando a mi modo de ver más está destacando el individualismo. La frase favorita de todo el mundo es yo decido, porque yo tengo derecho a decidir.

Quieren decidir algunos catalanes. Quieren decidir algunos vascos. Quieren decidir las mujeres que están a favor del aborto. Los ocupas deciden que como no tienen casa ocupan otras casas, que aun teniendo propietarios, están vacías. Los sindicalistas del SAT deciden robar supermercados amparándose en la gente que sufre necesidades. Hay miles de ejemplos en los que el individualismo es lo único que importa porque todos tenemos derechos, deberes los mínimos, derechos todos. Se dice que los españoles somos gente solidaria, con la que está cayendo, ¿alguien se cree eso todavía? En España hay gente solidaria, como en todas partes, pero la generalidad es que todos somos individualistas, estamos en el sálvese quien pueda.

Cuando se empiezan a formar pequeños grupos en los que cada uno se cree con derecho a decidir, según que cosas, la pregunta sería, ¿donde esté el límite? ¿Cual sería la mínima expresión? Si yo fuera ciudadano catalán, por ejemplo, y viera a mi gobierno regional que se salta las leyes a la torera y desoye las sentencias judiciales, mi pregunta sería: ¿por qué ellos si y yo no? Si todos nos creemos con derecho a decidir y vamos formando pequeños grupos de decisiones, dentro de eso pequeños grupos se podría llegar al derecho a decidir individual, al de uno sólo, esto es, yo hago esto porque si, porque me da la gana, porque yo sólo también tengo derecho a decidir.

Estamos entrando en unos terrenos muy peligrosos, el individualismo es atroz y la falta de sensatez alarmante. Puede ser mejor o peor, pero todos vivimos en sociedad, las decisiones de unos afectan a otros y, a pesar que esa sociedad pueda ser criticable, también nos beneficiamos de sus ventajas. Creo que lo primero que deberían hacer los que se creen con tantos derechos sobre el resto es empezar a renunciar a las ventajas que les ofrece el convivir con el resto. Yo decido si, pero renuncio a lo poco bueno que tú puedas ofrecerme, decido con todas las consecuencias. 

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