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El desprecio a la experiencia

Parece que a todos nos gusta ponernos a nosotros mismos las cosas un poco difíciles, aún cuando las cosas nos puedan ir viento en popa a toda vela. En esta situación está ahora Albert Rivera, líder de Ciudadanos, tiene una gran imagen y dirige un partido que también la tiene y que va, además, lanzado en las encuestas de intención de voto. No le pintan mal las cosas ni al partido ni mucho menos a su líder. Pero parece que cuando las cosas nos van bien, a todos en general, nos gusta rizar el rizo y hacernos las cosas un poco más difíciles, queremos meter los goles fáciles de tacón, aunque así nos arriesguemos a fallarlos.

Eso es lo que le está pasando ahora a Albert Rivera bajo mi punto de vista. Está empezando a adornarse demasiado y cuando eso sucede se corre el riesgo de cometer errores importantes que provoquen un retroceso importante en su meteórico ascenso. Ha firmado Rivera que la regeneración de España sólo puede estar liderada por gente nacida en democracia y sin mochilas, es decir, alguien de 46 años como yo no podría; y no digamos en los casos de gente más mayor.

Sinceramente no entiendo por qué, pero en España existe una especie de desprecio absurdo hacia la gente en función a la edad que tenga; sobre todo en lo relacionado con la política. Parece que la gente es menos válida cuanta más edad tenga cuando debería ser al contrario dada la experiencia de vida acumulada por esa persona en todos los sentidos. Es tal ese desprecio que los políticos, sobre todo si han alcanzado puestos de relevancia, se jubilan a edades cada vez más tempranas no llegando a superar, en la mayoría de los casos, ni siquiera los 55 años de edad.

En la antigüedad, en la Grecia clásica, en Roma, los ancianos tenían un papel fundamental y eran muy importantes los consejos que estos pudieran dar para la buena marcha del estado. Es más existía lo que se ha llamado siempre el consejo de ancianos, la experiencia si que era un grado. Ahora no, ahora no sólo parece que la experiencia no es un grado, parece que esa experiencia y esos consejos merecen el cachondeo oportuno. Hemos anclado a los mayores y les hemos dedicado el cuidado exclusivo de sus nietos y no tenemos su opinión en cuenta para nada, ni siquiera para que ellos tomen sus propias decisiones en lo que respecta a su vida; les tomamos por inútiles cuando quizás deberíamos pensar que los inútiles somos nosotros mismos por pensar así.

Albert Rivera lo tiene todo a favor, está en un momento en que todo le sale bien. Por lo que se ve el único que puede poner freno a esas buenas expectativas es él mismo con afirmaciones como esas. Debería tener cuidado con lo que dice, ya se sabe que por la boca muere el pez.

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