Morir de éxito

Los que ya tenemos una cierta experiencia vital y sabemos que la vida es como una montaña rusa siempre estamos en dos estados de espera: en los malos momentos esperamos a los buenos y en los buenos momentos sufrimos esperando cuando llegará lo malo. Esto es así, no conozco a nadie que no haya pasado por esta vida sin haber sufrido esos altibajos. Cuando el buen momento se alarga en el tiempo y, sobre todo, cuando ese buen momento se rodea de halagos excesivos te ves invencible y pierdes la noción de todo. Ahí es cuando llegan los problemas porque te crees con bula para hacer lo que te venga en gana sin darte cuenta que todo tiene un límite.

En ese estado se encuentra Pablo Iglesias desde hace un tiempo, se cree que las puede meter hasta de tacón y se está pasando de frenada. En menos de 24 horas ha dicho que un terrorista es un preso político, que el ex-presidente González tiene las manos manchadas de cal viva y para rematar se ha dado un beso en los morros con un compañero diputado. Tiene, efectivamente, todavía mucha gente que le aplaude hasta cuando no habla y que le considera hasta guapo (increíble). Pero empieza a tener también un serio problema, se le está viendo el plumero y a muchos de sus seguidores más moderados se le está cayendo la venda. El aplauso a un terrorista es algo que a muchos les ha chirriado y molestado.

Pero donde queda más en evidencia todavía es en algo que a muchos les parecerá poco importante, pero que a mi me parece la evidencia de que hay cosas que ya no le funcionan tan bien, el beso al diputado. El beso al diputado no es más que una forma descarada de llamar la atención después de un discurso fallido y donde hasta él tiene claro que ha metido la pata. Pretende provocar para que los suyos nos salgan con sandeces de homofobia y cosas parecidas cuando la mayoría nos damos cuenta de algo, hay cosas que no funcionan. 

Evidentemente Pablo Iglesias tiene resuelta su vida. Será diputado muchos años, pero no llegará nunca a donde él se veía hace menos de un año, a la Moncloa. No será nunca presidente de gobierno, no da para más, los moderados acabarán perdiendo la venda y los descerebrados seguidores ultras se irán haciendo mayores y se moderarán. Es lo que tienen las modas, los pantalones de campana ya no se llevan ni en Cuenca y los políticos populistas, demagogos y falsos solo duran lo que les dura dura.