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El tercer apellido de Pablo Iglesias es Hagoloquequiero

Si hay algo en esta vida que es detestable es la falta de proporcionalidad y de equidad. Todos somos aficionados a un equipo de fútbol determinado o tenemos más simpatías por un partido político que por otro, pero eso no debe hacer que se nos nuble el juicio. Cuando nuestras preferencias están por encima de nuestro raciocinio o nuestra lógica es que algo falla.

Yo he sido votante del PP de toda la vida, pero a pesar de eso no puedo permitir que sus fallos, sus errores y sus delitos me pasen inadvertidos. Si sucediera eso es que algo fallaría en mi, mis preferencias estarían venciendo sobre mi cerebro y perdería toda lógica y raciocinio. Estaría perdiendo, además, la capacidad de juzgar a otros puesto que sería incapaz de juzgar a "los míos" ya que, simplemente, les aguantaría todo.

Desde que apareció Pablo Iglesias en nuestras vidas esa práctica errónea está siendo habitual tanto entre sus seguidores como en los protagonistas. Mientras se quejan de una, supuéstamente injusta, "Ley Mordaza" por un lado, ellos mismos piden por el otro lado que se amordace a los críticos con ellos. Si se quedara ahí la cosa no sería tan grave el problema, lo grave es que consigan abducir de tal forma a sus seguidores que estos asuman ese discurso como suyo, sin llegar a discernir lo injusto del mismo. Yo no puedo pedir para mi lo que no quiero para los demás. Si es injusto "amordazar" a unos medios no es justo que pidamos hacerlo con aquellos que no son afines.

Las críticas de los últimos días de Iglesias hacia un redactor de "El Mundo" habrían hecho tambalear este país si hubieran sido pronunciadas por Rajoy o por cualquier otro líder político, que no hubiera sido Iglesias. El ataque frontal de los seguidores de Podemos hacia los críticos con las palabras de Iglesias demuestran no sólo su mentalidad dictatorial comunista, demuestran un servicio al líder más propio de una secta que de un partido político.

Su descaro y su falta de equidad rayan casi en lo delictivo, cuando son capaces de atacar al crítico protegidos por el anonimato y por la masa. La falta de valores de esta sociedad no es la culpable, porque para que exista esa falta de valores tiene que haber una evidente falta de cultura. Cuando alguien carece de cultura no es capaz de juzgar las cosas por si mismo, lo hace por el cerebro de alguien a quien admire o que, simplemente, le caiga bien.

Hace poco vi un programa de televisión en el que se estudiaba el comportamiento humano. Mostraban a varias personas unas cartulinas en las que había dibujadas varias líneas, una descaradamente más larga  que las demás. De todas esas personas sólo una era la víctima y las demás eran ganchos. Los ganchos decían que la línea más grande era cualquiera menos la que evidentemente lo era. La víctima acababa dando la razón al resto de las personas sólo por no ser la única en decir lo contrario.

Ese estudio que parece en principio tan simple es ahora una realidad preocupante. Cuando una mayoría se pone de acuerdo para admirar a un personaje como Iglesias los que no lo vemos como la mayoría si no como lo que es: un falsario, un mentiroso y un indigente intelectual con un sólo fin, el poder, quedamos como los malos, los tontos y los descerebrados. Yo soy incapaz de decir que veo una cosa, cuando mi cerebro me indica que estoy viendo la contraria. Yo soy incapaz de amoldarme a lo que diga una masa sectaria y gregaria, a pesar de que para intentar "convencerme" utilicen la violencia física y verbal. 

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