Por más vueltas que le doy no consigo aclararme de la escala de valores que tienen los comunistas. Defienden el derecho a la vida de una foca, de un toro o de una mosca, pero el aborto se lo plantean como un derecho a la muerte sin más. En Israel prohíben una marcha por el orgullo gay y se tiran de los pelos, pero no abren la boca cuando ven imágenes de Irán donde los homosexuales son colgados de grúas o, simplemente, lanzados al vacío. Se produce el atentado de Niza y ponen el grito en el cielo por la difusión de imágenes terribles (con lo que yo tampoco estoy de acuerdo), pero se ocupan de dar la mayor difusión de la terrible imagen del niño refugiado muerto en la playa. En Dallas son abatidos varios policías y buscan la justificación en el racismo policial hacia los negros. Muere un torero toreando y justifican su muerte tachándolo de asesino. Tras el atentado de Niza se ocupan de sacar las famosas imágenes de las Azores para decir que la culpa de que nos maten es nuestra.
Imagen que deja bien clara la valentía de los terroristas, un camión contra estos "carros de combate". pic.twitter.com/Jb5JJytCQH— javiersobrevive #RED (@jsobrevive) 16 de julio de 2016
Estos son algunos de los ejemplos, hay muchos más, de la extraña moralidad, de la rara escala de valores y de los curiosos principios que maneja esta gente. Nunca sale la masa izquierdista a opinar sin que antes lo haga su "amado líder", no vaya a haber cierto desacuerdo en las manifestaciones. A partir del "Ar" del amado líder ahí acuden todos a defender el argumento con las justificaciones más peregrinas.
La medida del valor de una persona o el valor de su vida no está, para ellos, en el simple hecho de ser persona. La escala de valores de la vida o la muerte de alguien la miden en función a su ideología y a su carnet de militancia. Somos de memoria frágil, pero recuerdo perfectamente el accidente de moto, casi mortal, de Cristina Cifuentes con el que los descerebrados no pararon de publicar mensajes de alegría y de un, nada disimulado, deseo de muerte de la político del PP.
Si se nos ocurriera a alguno de nosotros hacer algo parecido habría que ver su reacción. Del mayor de los insultos a la violencia verbal más descarnada, que es en lo único que son verdaderos maestros. Gente sin valores, sin principios y sin moralidad. Gente que se define cada vez que abre la boca y que justifica lo injustificable. Gente que sin que te diga nada sabes perfectamente a quien vota cuando va a las urnas. Gente, en el peor sentido de la palabra.
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