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Juan



La noche no había sido agradable para Juan. La confesión de su infidelidad a María, la niña, la discusión posterior y los reproches mutuos le habían puesto muy nervioso. La decisión de hacer una pequeña maleta y marcharse de casa ya le habían puesto prácticamente al borde de la histeria. El coche, el tiempo que pasó hasta que decidió donde ir a dormir, los nervios en general... Todo ello le habían provocado pasar la noche en vela, una de las noches más largas que recordaba. Llegó a contar las horas, los minutos e incluso los segundos de aquella horrible noche de insomnio que creía que no se iba a acabar nunca. Cuando vio entrar los primeros rayos de sol por la ventana de la habitación respiró aliviado. Por fin.

A pesar de todo eso sentía que se había quitado un gran peso de encima. Recordaba a Carlos, al cual le agradecía que le hubiera dado el último empujón para confesárselo todo a María. Las cosas no podían seguir así. La situación en casa se estaba convirtiendo en demasiado incómoda y él sabía que todo se debía en gran parte a su comportamiento. Le daba una y mil vueltas a que un hombre recién aparecido en sus vidas, como era Carlos, le hubiera insuflado el suficiente valor que él antes había sido incapaz de tener. Ahora ya todo estaba hecho y ya todo estaba dicho. Quedaba únicamente la explicación a los gemelos, pero estaba seguro que, aunque duro, aquel trago iba a ser mucho más fácil que la confesión ante María.

¿Y María? ¿Qué pasaría ahora? Él tenía claro que tendrían que volver a hablar para tomar decisiones. Habría que dejar pasar algo de tiempo porque estaba todo demasiado reciente como para tener una conversación normal. De hacerlo en esos momentos probablemente más que conversación acabara convirtiéndose en una discusión y así no se podía solucionar nada. Tenía cierta preocupación por María en cuanto a su indefensión. Ella no estaba acostumbrada a estas cosas, estaba acostumbrada a no tomar decisiones demasiado importantes y menos sin contar con él. Se vería demasiado sola y le daba cierta pena haberla dejado de esa forma y sola aquella noche, pero no quería que la cosa fuera a mayores. No quería una discusión que, de haberse alargado más, se les podría haber ido a los dos de las manos. 

En esos momentos no era capaz de saber si quería separarse de María o intentar recuperar su matrimonio. En esos momentos tenía demasiadas cosas en la cabeza como para tener claro qué sería lo mejor. Se encontraba tan decaído que había decidido no ir ni a trabajar en unos días. No quería aparecer por el pueblo y que la gente le preguntara y, lo que es peor, verse con María. Lo mejor era poner tierra de por medio y evitar posibles conflictos y malos ratos. Siempre había sido un hombre tranquilo y él no se veía preparado para enfrentarse a ese tipo de escándalos. O por lo menos no por el momento.

Estaba tan absorto en sus pensamientos que no escuchó las dos primeras llamadas a la puerta de la habitación. Fue necesario un par de golpes más y esta vez si los escuchó porque parecía que alguien había golpeado la puerta con el pie.

- Si, adelante.
- Buenos días papá. Mamá me ha dicho que, como es la primera vez que duermes en casa con nosotras, te llevara el desayuno a la cama. Te ha preparado unas tostadas con mermelada de fresa, un zumo y un café con leche cargado. Me ha dicho mamá que te gusta mucho el café de esa forma.
- Muchas gracias Claudia, cariño. Ven aquí a la cama conmigo y ayúdame a comerme todo esto porque yo solo no voy a poder.

Continua


Estamos atrapados en una trampa
No puedo marcharme
Porque te amo demasiado nena 

¿Porqué no puedes ver
Lo que me haces 
Cuando no crees una sola palabra que digo?

No podemos seguir juntos
Con una mentalidad suspicaz 
Y no podemos construir nuestros sueños
En pensamientos desconfiados 

Así que si un viejo amigo que conozco 
Llega por aquí para saludar 
¿Seguiría viendo desconfianza en tus ojos? 

Aquí vamos otra vez 
Preguntando donde he estado 
No puedes ver que estas lágrimas son reales 
Estoy llorando 

No podemos seguir juntos
Con una mentalidad suspicaz
Y no podemos construir nuestros sueños
En pensamientos desconfiados

Oh deja que nuestro amor sobreviva
O seca las lágrimas de tus ojos
No hay que dejar que una cosa buena muera

Cuando nena, tu sabes
Nunca te he mentido 
Mmm sí, sí

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